Fantasma que nunca está


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"We have to be better", Megan Rapinoe 

Buscar es lo que hacemos de manera constante durante nuestra vida. Buscamos aquello que nos haga felices, que nos satisfaga. Vamos de un lado para otro buscando “eso”, que no sabemos qué es, pero a lo cual nos aferramos. Varias cosas me hacen feliz: el cine, la música, las letras, pero más que nada: el futbol, y eso es lo que busco todo el tiempo, aunque aún no sé bien qué es.

            No mentiré. Mi recuerdo más antiguo no tiene que ver con una pelota o una camiseta de futbol, mucho menos con una cancha ni un cántico de barra. Aún no me decido cuál es mi recuerdo más antiguo pero me debato entre dos: aquel en donde estoy en casa de mis abuelos en un día de Halloween y estoy vestido de vampiro, en espera de salir a pedir dulces mientras en el sistema de sonido que tienen en la sala retumban sonidos de “terror” provenientes de un cassette noventero que aún busco, y aquel otro en el que estoy en la sala de mi casa mirando Pokemón, a la vez que volteo cada 3 segundos hacia la puerta para ver si veo entrar a mi papá. No miento, mi recuerdo más viejo no tiene que ver con el futbol, pero los más recientes siempre están rodeados por este.

            Allá donde esté y allá a donde vaya, pienso en mi equipo, en el que juego y al que sigo. El primero es uno amateur donde tengo la suerte de poder jugar casi todos los minutos y el segundo es el FC Juárez, equipo de la ciudad en donde vivo, que no tiene más de 4 años de existencia pero que me ha regalado la cantidad de momentos exacta (entre buenos y malos) para comprometerme a seguirlos hasta el fin (mío o del equipo).

            Y para mí el futbol no son dos grupos de personas siguiendo un balón con el único propósito de encajarlo en la portería del otro, pues de ser así ya me hubiera cuestionado el sentido de existir del mismo. “¿Por qué un equipo tiene que buscar anotar en la portería del otro?”, “¿por qué tiene que ganar uno solo?”, “¿por qué no compiten por ver quien anota más en su propia portería?”, “¿es la anterior una pregunta inconscientemente suicida?” y “¿por qué nadie se ha rebelado ante esta primicia?” son solo algunas de las preguntas que me invaden apenas comienzo a reflexionar sobre el juego en sí mismo.

El futbol para mí tiene que ver con aquella última reflexión, con la rebelión. El futbol históricamente ha sido rebelión ignorada, un fantasma que nunca está. El futbol es un fenómeno clave de la historia del siglo XX y lo que llevamos del XXI, aunque nos quieran hacer creer que no es así, que es solo un espectáculo, un negocio. 
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La primera selección campeona del mundo no fue Inglaterra, sino la de uno de los países más pequeños de Sudamérica: Uruguay.  


El futbol ha sido históricamente una manera de rebelión ante lo establecido. Cuando dijeron que el futbol solo lo podían jugar los jóvenes de los colegios ingleses, vino la clase obrera no solo a jugarlo, sino a mejorarlo. Cuando dijeron que solo los ingleses serían buenos para jugarlo, por haber sido los creadores, vinieron los sudamericanos no solo a mejorarlo, sino a inyectarle algo de esa magia que aún no estamos seguros de donde proviene, pero es innata a todos los pueblos latinoamericanos. Cuando dijeron que era un espectáculo para las masas incultas, Camus y otros intelectuales pilares del pensamiento del siglo XX, comenzaron a jugarlo. Cuando dijeron que este era solo un deporte, los gobiernos independentistas de África y Asia comenzaron a utilizarlo como forma de manifestación política. Cuando dijeron que era un deporte para hombres, aparecieron las mujeres no solo para jugarlo igual de bien, sino mejor, sin perder el tiempo, sin humillar al rival, sin gritarle y discriminarle por su color de piel, estatura u orientación sexual. Cuando dijeron que está década ha sido dominada por Cristiano Ronaldo y Messi, apareció Megan Rapinoe, quien no solo es campeona del mundo, sino que tiene algo que sus similares masculinos no tiene: valor. El valor de tomar una postura política ante la mierda de mundo en el que vivimos y expresarla ante los millones de personas que sabe la miran y escuchan. Eso es para mí el futbol y parafraseando a Eduardo Galeano, quien decía que estaba siempre en espera de una linda jugada, de un gol, yo agregaría que siempre estoy en espera –buscando– un nuevo acto rebelde que le diga al mundo que el futbol no solo es futbol, y que la vida no vale la pena vivirla sin él, sea lo que sea. 
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Albert Camus, filósofo pilar del pensamiento de occidente en el siglo XX, quien jugaba de portero porque en casa lo regañaban si se gastaba los zapatos demasiado rápido. 


Comentarios

  1. Ya teníar esperando un escrito tuyo de este tipo, ta chida (chido pa los chilangos). Rapinoe se dejó cae con esa postura,esas acciones. Más como Rapinoe.

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