La vida no es un 2 – 0 en casa: Previo al debut en casa contra el Toluca
Comenzar a escribir sobre esta primera
temporada en primera sería difícil sin antes mencionar cuanto anhelaba que mi
equipo estuviera en primera división. Debo decir que he estado presente no en
todos los juegos de la historia del equipo, principalmente porque desde que se
creó el equipo yo era estudiante de la Licenciatura en Historia (que no tiene mucha
oferta de trabajo) y apenas si conseguía para copias e impresiones con un trabajo
de 20 horas semanales en biblioteca, no obstante, de alguna u otra manera me
las arreglé para estar en gran parte de los partidos entre 2015 y 2017, pero
sobre todo en las finales disputadas. No me perdí ninguna, grité y lloré todos
los goles desde el Benito y hasta cierto punto estoy orgulloso de ello. Para
2018 egresé de la Licenciatura y conseguí un trabajo como profesor de tiempo
completo en una prepa y por primera vez desde la creación del equipo, fui capaz
de comprar un abono para toda la temporada, lo cual me aseguró la asistencia a
todos los partidos de la 18 – 19, mi primera temporada completa, además de
poder adquirir el jersey nuevo el día que salió a la venta.
La
temporada 18 – 19 fue especial no solo por lo ya mencionado, sino que también fue
una que me ilusionó más que ninguna otra por el primer torneo del equipo, en
donde no solo perdieron solamente un partido, sino que además rompieron récord
de puntos y tenía una de las mejores ofensivas y defensivas del Apertura. De
verdad sentí que el equipo ascendía sin rival que opusiera resistencia, hasta
que llegó Maradona a Dorados. En semifinales, después de haber sufrido ante
Leones Negros, se perdió la eliminatoria ante Dorados, jugando el partido de
vuelta en Juárez, y no solo eso, sino que fue el día de mi cumpleaños. Lo que suponía
ser uno de los días más felices de mi vida, terminó siendo uno de los más
tristes, pues no solo mi equipo jugaba en casa la semifinal, sino que además lo
hacía frente al equipo del Diego. ¿Cuán probable es que tu equipo, el de tu
ciudad, el que te representa, juegue una semifinal el día de tu cumpleaños
contra Diego Armando Maradona? Supongo que es una entre millones y me sucedió.
Pero perdimos.
Después
de ese partido, nadie que conozca que le vaya al equipo, ni los comentaristas
de la televisión, ni los mismos jugadores o cuerpo técnico se explicaban qué
había sucedido. Pero sucedió y el siguiente torneo fue una verdadera pesadilla.
Comenzamos perdiendo contra Alebrijes, a pesar de que queríamos mantener el optimismo
por lo logrado en el Apertura. Creímos que sería igual de sencillo y que ahora
sí que no nos dejaríamos vencer en semifinales, pero ni siquiera logramos
calificar. Fuimos el segundo peor equipo del torneo solo después del descendido
Tampico Madero. Todas las aspiraciones de ascender en lo que al principio parecía
ser el mejor año del equipo se esfumaron. Atlético San Luis ascendió de manera
directa ganando las dos finales contra Dorados de Sinaloa y todo parecía condenarnos
a un año más en segunda.
No
obstante, gracias a algo de lo que no estoy orgulloso, el equipo se hizo de un
lugar en primera sin haberlo ganado deportivamente. No ahondaré en ese tema en
esta ocasión, pero en un principio me llenó de mucha vergüenza y decepción, de un
vació que hacía pensar en una final de ascenso ganada que nunca existió. Es
curioso, porque justo el día de mi cumpleaños al regresar a casa después del
partido contra Dorados, antes de soplar las velas del pastel, pedí como deseo que
el siguiente año el equipo estuviera en primera división. Pero nunca pedí que
fuera de manera deportiva, porque nunca pensé que fuese posible hacernos de un
lugar comprando a otro equipo. Así que sí, aún me culpo de no haber sido específico
con aquel deseo de cumpleaños que seguro me cumplió Dios. Y estoy seguro de que
fue él porque ese día lo conocí. Ese día su equipo nos ganó el pase a la final.
Faltan
solo un par de días para volver a ver al equipo jugar en casa, ahora en primera,
y no sé qué sentir (como si uno eligiera). Tengo nervios, estoy ansioso, con un
vacío raro que poco a poco se llena mientras me acostumbro, pero, sobre todo, feliz.
Poco a poco me siento más tranquilo y me acostumbro a la idea de que la última
vez que fui al estadio a verlos jugar un partido de liga, fue contra Cafetaleros
y ganamos por 3 – 1 aunque no teníamos ya ninguna posibilidad de nada, solo de
no ser peor que Tampico Madero, y ahora que vuelvo es un partido de primera
división contra el 10 veces campeón de liga. Lo asimilo y ahora que ya ha sucedido,
lo disfruto. Enserio, comienzo a disfrutar esto de ser de primera cómo haya sido,
pues parafraseando a Nick Hornby, la vida no es un triunfo de 2 – 0 en casa
contra el líder de la liga.
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